lunes, 29 de abril de 2013

Terrorismo social

Publicado en:

http://www.vozbcn.com/2013/03/24/139180/terrorismo-social-daniel-perales/

http://alternativaciudadana.es/index.php?option=com_content&view=article&id=14823:dani-perales&catid=137:tribuna-nacional&Itemid=39


Las ruedas de prensa posteriores al Consejo de Ministros, desde la llegada al poder del PP, son tan esperadas como temidas por la ciudadanía. Quien ríe el viernes, llora en domingo, dice el refranero popular, al que yo le añadiría que ni en el propio viernes nos dejan reír.
Y es que este final de semana ha sido especialmente doloroso para mí, seguramente porque se ha tratado un tema que desgraciadamente conozco de primera mano. Escuchar la bien lograda ingeniería verbal de Luis de Guindos, ministro de Economía y Competitividad, para enmascarar la estafa perpetrada por los bancos a personas como mi abuela que no saben ni leer ni escribir, en el escándalo de las preferentes, ha sido la gota que ha colmado un vaso que ya andaba bastante cargado.
Resulta que las entidades bancarias, además de ejercer un papel importante en la creación de una burbuja inmobiliaria cuyas consecuencias estamos pagando cruelmente, se dedicaron a vender productos financieros de alto riesgo a pensionistas y pequeños ahorradores, que confiaron en aquellos que les ofrecieron un interés interesante a plazo fijo y con disponibilidad absoluta del capital.
Miles de personas humildes perderán los ahorros de toda la vida de forma injusta y el Gobierno únicamente es capaz de sacar a la palestra a su insigne ministro para que les venga a decir que jugar en la bolsa es lo que tiene, que altos rendimientos siempre van ligados a altos riesgos. Con total rotundidad afirmo que los mejores consejos que jamás he recibido han venido por parte de mi maravillosa abuela, pero con igual vehemencia ratifico que ni rendimiento ni riesgo son conceptos que ella asimile a su economía doméstica. Imagino que una pensión de viudedad tampoco da para grandes juegos bursátiles.
Y en estas, uno tiene que leer que algunos políticos se quejan de que les persigan hasta sus casas mediante el ya famoso escrache nacido en Argentina cuando el corralito. Si estamos volviendo a la época de los códigos arcaicos en los que las leyes se diferenciaban claramente entre poderosos y humildes, ¿no es incongruente quejarse de que la gente pueda llegar a tomarse la justicia por su mano ante unos representantes que en vez de defenderles les hunden en la miseria cada día más?
Estamos llegando a un punto en el que empiezo a creer que únicamente la presión social asfixiante puede acabar con estos listos. Y estoy a un paso de llegar a justificar acciones más contundentes contra estos terroristas sociales. Nunca he creído en la violencia para solucionar ningún conflicto, pero tampoco creo que poner la otra mejilla sea la solución en estos momentos.
La democracia, el buenismo y la sociedad de consumo han matado la lucha social y la colectividad. Nada importante se mantiene solo y hace ya bastante tiempo que diferentes grupos sociales se están movilizando contra este tipo de abusos. Y si persiguen a algunos responsables políticos hasta sus casas y les señalan, un aplauso y un olé para ellos. No es para menos.

miércoles, 10 de abril de 2013

DEP José Luis Sampedro. Un humanista ejemplar.

http://elpais.com/cultura/2013/04/09/actualidad/1365498483_787591.html

De la asamblea del 15-M de Chamberí (su barrio madrileño), al Ministerio de Cultura (que en 2011 le concedió el Premio Nacional de las Letras); de los vecinos anónimos de Mijas (donde pasaba parte del invierno) a sus ilustres colegas de la Real Academia Española (que en 1991 le vieron ocupar el sillón F), pocas veces un intelectual español habrá sido tan llorado en sitios tan distintos como José Luis Sampedro. Novelista y economista, referente para los críticos del capitalismo salvaje y profesor de varios ex ministros de Hacienda, el autor de Octubre, octubre y Realidad económica y análisis estructuralmurió en su casa de Madrid el domingo pasado, pero la noticia solo se ha conocido hoy, cuando sus restos ya habían sido incinerados.
Sampedro tenía 96 años y ninguna gana de protagonizar “el circo mediático en torno a la muerte de los famosos”, según explicó Olga Lucas, su viuda y colaboradora en los últimos años y en los últimos libros —de Escribir es vivir a Cuarteto para un solista, su despedida de la ficción, publicada en 2011—, la mujer que, decía el escritor, hizo que su moribundez fuera “muy satisfactoria”. “Nos dijo que quería beberse un Campari”, contó Lucas sobre los últimos momentos del escritor, “así que le hicimos un granizado de Campari. Me miró y me dijo: ‘Ahora empiezo a sentirme mejor. Muchas gracias a todos’. Se durmió y al cabo de un rato se murió”.
En 1991, durante su discurso de ingreso en la RAE, José Luis Sampedro afirmó que su dios era Jano —“el de un rostro a cada lado”—, y su vida tuvo siempre más de una cara. Nacido en Barcelona el 1 de febrero de 1917, el escritor vivió hasta los 13 años en Tánger, “un mundo que debería ser la tierra entera”, decía. “Los chicos llegábamos al colegio con diversas lenguas maternas, comprábamos golosinas con monedas diferentes, celebrábamos varias fiestas nacionales e incluso nuestro descanso semanal se repartía entre los días sagrados de tres religiones”. Así describía su infancia en ese discurso que le sirvió tanto para subrayar su calidad de “escritor furtivo” como para reconocer que el hecho de haberse dedicado a la literatura en las horas que le dejaba libres su oficio de economista había favorecido que, en su caso, marginalidad y autenticidad fueran más que una rima.
Cuando se estrenó como novelista con Congreso en Estocolmo (1951) Sampedro había escrito ya dos novelas que tardarían 40 años en ver la luz. También una obra de teatro. No en vano, el hombre que en 1977 entró en el Senado por designación real, pasó parte de la posguerra escribiendo con pseudónimo para espectáculos de revista protagonizadas por actrices que dormían en las butacas del teatro. Necesitaba el dinero, pero tuvo que dejarlo cuando le amonestaron en el ministerio de Comercio. Sampedro había llegado a Madrid en 1940 para estudiar económicas. Pensaba que la Economía sería útil para un funcionario de Hacienda y él lo era como “aduanero por oposición”. Había sacado la plaza siendo “un niño” después de dejar Tánger por Soria —”casi antes de la electricidad”— y Aranjuez —”un paraíso” con ventanas al jardín del Príncipe— para recalar en Santander poco antes de que estallara la Guerra Civil. Movilizado en el bando republicano, con la toma de la ciudad por los sublevados en agosto de 1937, el precoz funcionario fue reclutado por los franquistas. “No cambié de bando, me cambiaron”, decía. Por tradición familiar estaba más cerca de las posiciones conservadoras, pero pronto descubrió que la guerra no la habían gando los suyos.
José Luis Sampedro siempre dijo recordar la nobleza de los anarquistas con los que compartío batallón fugazmente, y durante toda su vida mantuvo una actitud lateral respecto al mundo literario y crítica respecto al financiero. Cuando miles de lectores se rindieron en los años ochenta y noventa del pasado siglo a obras como La sonrisa etrusca (1985), La vieja sirena (1990) o Real sitio (1993), su favorita, muchos descubrieron que el autor era un reputado Catedrático de Estructura Económica por cuyas clases habían pasado alumnos con apellidos como Boyer, Sochaga o Solbes.
“Solo los ingenuos y algún premio Nobel de economía llegan a creer que nuestro mercado encarna la libertad de elegir, olvidando algo tan obvio como que sin dinero no es posible elegir nada”, afirmó también en su ingreso académico alguien que reconocía que al capitalismo “le debemos el gran progreso que nos trajo desde las monarquías absolutas hasta las democracias surgidas de la Revolución francesa” pero que deploraba que la libertad no hubiera ido acompañada de la igualdad ni la fraternidad.
Fue su malestar con un tiempo cuyo libro sagrado, decía, es “el Evangelio según san Lucro” lo que acercó a Sampedro al movimiento del 15-M. En los últimos años, ni las cataratas ni la sordera consiguieron aislarlo del mundo. Ya nonagenario recordaba los versos de un poema que había escrito con 14 años y los puestos aduaneros de Hanoi y de Chile, que recitaba con la música de La casta Susana (versión de Marujita Díaz). Su lucidez estuvo siempre a la altura de su memoria. Cuando el periodista Jordi Évole le preguntó en su programa de televisión si antes de la crisis los españoles habían vivido por encima de sus posibilidades, José Luis Sampedro negó rotundo: también el crédito es una posibilidad, dijo. Si como economista sabía deslindar valor y precio, como escritor sabía desactivar con una sola frase cualquier lugar común.
OBRAS ECONÓMICAS
Principios prácticos de localización industrial (1957)
Realidad económica y análisis estructural (1959)
Las fuerzas económicas de nuestro tiempo (1967)
Conciencia del subdesarrollo (1973)
Inflación: una versión completa (1976)
El mercado y la globalización (2002)
Los mongoles en Bagdad (2003)
Sobre política, mercado y convivencia (2006)
Economía humanista. Algo más que cifras (2009)
El mercado y nosotros
NOVELA
La estatua de Adolfo Espejo (1939) -no publicada hasta 1994-
La sombra de los días (1947) -no publicada hasta 1994-
Congreso en Estocolmo (1952)
El caballo desnudo (1970)
Octubre, octubre (1981)
El amante lesbiano (2000)
La senda del drago (2006)
Cuarteto para un solista (2011) -escrita en colaboración con Olga Lucas-
CUENTO
Mar al fondo (1992)
Mientras la tierra gira (1993)
OTRAS OBRAS
Escribir es vivir (2005) -libro autobiográfico escrito en colaboración con Olga Lucas-
La escritura necesaria (2006) -ensayo-diálogo sobre su obra novelística y su vida. Edición y diálogo: Gloria palacios. Ed.Siruela.
La ciencia y la vida (2008) -diálogo junto al cardiólogo Valentín Fuster ordenado por Olga Lucas-
Reacciona (2011)