miércoles, 29 de mayo de 2013

Salir de la crisis.

Las previsiones económicas de todos los estamentos que nos gobiernan en la sombra, por cierto, una sombra cada vez más alargada y menos evidente que sea sombra, dicen que España crecerá en 2014 y empezará a crear empleo. El Gobierno en masa sale a la palestra a celebrar los designios divinos del FMI y el BM y todos debemos saltar de alegría en nuestras casas mientras vemos los telediarios de la primera cadena pública.
¡A consumir! Parece que deberíamos todos animarnos de nuevo a salir a la calle a arrasar los centros comerciales y a no dejar para mañana lo que podamos comprar hoy. Felicidad, alegría y dicha, por fin mis familiares, amigos y conocidos duramente golpeados por esta situación injusta, podrán volver a recuperar la dignidad de sus vidas.
Pero analicemos la letra pequeña y aprendamos a hacerlo ahora después de saber que las preferentes o las cláusulas de suelo hipotecarias, entre otras prácticas abusivas, estaban aceptadas por los mecanismos de control y supervisión del Estado.
Mientras nos venden desde las cadenas públicas toda clase de fantasías a elegir: por un lado una situación económica a corto plazo de Bambi y por el otro un viaje al país de las Masravillas, nos encontramos desde el debate sereno que nos espera un tiempo en el que ser mileurista será un privilegio, en el que reclamar algún tipo de derecho laboral será motivo de despido inmediato y gratuito. Un tiempo de inestabilidad en el que la clase trabajadora quedará todavía más supeditada a los designios del capital, en el que los minijobs alemanes serán el modelo precario de trabajo a importar, un modelo en el que no competiremos por haber evolucionado en investigación y desarrollo sino por haber devaluado hasta el máximo soportable los costes laborales.
Un patrón en el que los índices macroeconómicos volverán al equilibrio pero en el que las economías domésticas seguirán con tremendas dificultades para llegar a final de mes. En el que los jóvenes seguirán con grandes dificultades para emanciparse, en el que nuestros mayores cobrarán pensiones (si las cobran) que no les llegará ni para medicinas. En definitiva, en el que el Estado del bienestar dejará paso al Estado del sobrevivir. Y encima tendremos que dar gracias después de haber experimentado una situación tan dramática.
Un nuevo triunfo, por tanto, del desequilibrio cada vez más manifiesto entre los beneficios del capital y el trabajador dentro del proceso productivo. Un nuevo trasvase dinerario de las clases populares hacia las rentas del capital para que en su opulencia haga ¿el qué? ¿Crear tejido productivo y economía real, fuente de riqueza a medio plazo con unas políticas redistributivas adecuadas? ¿O para seguir con las prácticas especulativas anárquicas basadas en la codicia más absoluta de las que el mismo Adan Smith renegaría enérgicamente y que han creado esta situación de miseria e indignidad?
Aprendamos la lección y por como estamos ahora y por como estaremos cuando nos recuperemos de la crisis, no cabe otra que organizarse y plantar cara. O eso o volver a las condiciones laborales de la Revolución industrial. El capital se ha globalizado y organizado y los trabajadores nos hemos aislado e individualizado. Reflexionemos para poder defendernos mejor.

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